Indumentaria.
Primera mitad siglo XVIII
El análisis de la indumentaria
durante el siglo XVIII debe realizarse en dos etapas: una previa a la
revolución francesa en donde el estilo dominante es el rococó y durante el cual
el predominio de Francia como centro de la moda mundial continúa y una moda
posterior a este hecho histórico vinculado centralmente con el neoclasicismo y
con el fuerte cambio ideológico político y social que se opero en toda Europa.
Así como la historia cambio
irrevocablemente con la revolución Francesa y la independencia de los Estados
Unidos, las pendas femenina y masculinas, con este tumultuoso telón de fondo
también experimentaron cambios radicales y se erigieron como estilos tan
definidos que durante el siglo XX fueron retomados y reinterpretados por las
grandes diseñadores.
Precisamente es durante este
siglo que la figura del Couturier, comienza a imponerse, y la confección de la
ropa de las clases acomodadas quedará de ahora en mas en manos de verdaderas
creadoras, que ya no son costureras anónimas, si no que serán reconocidos por
su estilos. La principal exponente de esto fue Rose Bertin, creadora de muchos
de los vestidos de Maria Antonieta de típico estilo rococó. Vale decir también
que cada clienta elegía los materiales y aportaba su propio estilo e la
realización de las prendas.
El termino Couturier se utiliza
para designar a la persona encargada de crear un vestido, en castellano la
traducción exacta seria costurero o modisto, el termino tiene una vinculación
directa con la alta costura.
Luego de la revolución Francesa, la
insipiente industria de la moda se vio sumamente afectada, muchas de la
clientas de Rose Bertini vieron afectadas sus posiciones sociales y terminaron
ellas mismas trabajando de costureras y sombrereras. Como luego sucedería a lo
largo de la historia en todos los momentos de guerras y revoluciones, la moda
es entendida como algo banal y pasa a ser una necesidad de segundo orden, veremos
como en la posguerra en los años 50 con New Look Dior consigue desmitificar
esta tendencia.
Con la muerte de Luis XIV y la
coronación de Luis XV en 1715, floreció un estilo elegante y refinado llamado
“Rococó”.
Aunque el término fue utilizado
despectivamente en el siglo XIX, equiparándolo a exceso y frivolidad, hoy día
se refiere a un estilo artístico general representativo de la armoniosa cultura
francesa. La cultura responsable del estilo rococó se caracterizaba por la
búsqueda del placer personal en la cual naturalmente se incluía la indumentaria,
esta fue pronto elevada a la categoría de arte.
El período rococó estuvo marcado
estilísticamente por cierta continuidad con el barroco en términos de
elaboradas decoraciones y estilo cargado. Pero a pesar de estas similitudes
había en el centro del estilo rococó una diferencia radical. Mientras que en el
barroco todos “los adornos” configuran una estética de extrema pesadez y
solidez, el estilo rococó, tanto en el arte, la música, el mobiliario y por
supuesto la moda configura un estilo que refleja ligereza y fluidez En el
Rococó las formas decorativas parecen flotar hacia arriba en complejos patrones
curvilíneos, desafiando la gravedad tanto física como emocional
El Rococó se define por el gusto
por los colores luminosos, suaves y claros. Predominan las formas inspiradas en
la naturaleza, en la mitología, en la belleza de los cuerpos desnudos, en el
arte oriental y especialmente en los temas galantes y amorosos. Es un arte
básicamente mundano, sin influencias religiosas, que trata temas de la vida
diaria y de las relaciones humanas. Es un estilo que busca reflejar lo que es
agradable, refinado, exótico y sensual.
La delicadeza y la alegría de los
motivos Rococó han sido vistos a menudo como una reacción a los excesos del
régimen de Luis XIV.
Si lo Barroco estaba al servicio
del poder absolutista, el Rococó está al servicio de la aristocracia y la
burguesía.
Su precedente se sitúa en los
inicios del siglo XVIII coincidiendo con la regencia de Felipe de Orleans, cuando
empezaron los tímidos cambios que anunciaban el final del estilo tardo barroco
y su evolución hacia la expresión de un gusto más contemporáneo, independiente
y hedonista, contrapuesto al arte oficial, inflexible y ostentoso del reinado
de Luis XIV. La transición del Rococó, también conocido como el «estilo Luis
XV», a nuevas formas y expresiones artísticas, empezó hacia el 1720. Las
excavaciones entre 1738 y 1748 de Pompeya y Herculano y su divulgación
despertaron una verdadera fascinación por el «gusto a la griega», embrión del
que, una vez consolidado, conoceríamos como Neoclasicismo y que coincide con el
reinado de Luis XVI.
Este estilo, llamado en su tiempo
«del gusto moderno», fue despreciado por sus críticos y detractores
neoclasicistas con la palabra Rococó, que es una composición de «rocaille» (piedra)
y «coquille» (concha marina), puesto que en los primeros diseños del nuevo
estilo aparecían formas irregulares inspiradas en rocas marinas, algas y
conchas. Otras versiones buscan el origen en rocaille, un tipo de ornamentación
de los decoradores de grutas de los jardines barrocos y que se distinguía por
su profuso ensortijamiento. A pesar de la intención peyorativa de esta
denominación, que pocos historiadores actuales todavía apoyan, el Rococó es un
ejemplo de cómo el arte es la inmediata expresión de la vida social y de cómo
un estilo se hace a medida del individuo, de cómo las viviendas y los objetos
se diseñan para los hombres y no sólo para dioses y monarcas.
El estilo se expresa sobre todo
en la pintura, la decoración, el mobiliario, la moda y en el diseño y
producción de objetos. Su presencia en la arquitectura y la escultura es menor,
puesto que su ámbito natural van a ser, fundamentalmente, los señores
interiores y en menor grado las composiciones monumentales.
El fin del Rococó se inicia en torno
al 1760, cuando personajes del nivel de Voltaire y Jacques-François Blondel
extienden la crítica sobre la superficialidad y la degeneración del arte. Blondel,
en particular, se lamentó de la «increíble mezcla de conchas, dragones, cañas, palmas
y plantas» del arte contemporáneo. En 1780 lo Rococó deja de estar de moda en
Francia y es reemplazado por el orden y la seriedad del estilo Neoclásico
impulsado por Jacques-Louis David.
El Rococó se mantuvo popular
fuera de las grandes capitales y en Italia hasta la segunda fase del Neoclásico,
cuando el llamado estilo Imperio se impone gracias al impulso del gobierno
napoleónico
Aunque Francia ya había sido
líder reconocido de la moda durante el reinado de Luis XIV, en el periodo
rococó confirmo la reputación del país como líder de la moda femenina en todo
el mundo. A lo largo del siglo y previa revolución, la silueta femenina se
caracterizara por el uso de miriñaque o parnier, anchos aros de metal sobre los
cuales la falda del vestido asume una amplitud considerable. Estas estructuras
se confeccionaban con aros de metal y era sostenida con un cinturón. La silueta
se cerraba con el uso de corset marcando una cintura muy delgada, mientras que
un gran escote desvelaba el nacimiento del pecho. Las mangas en general eran
ceñidas terminaban por encima del codo y llevaban varias capas de volados de
encaje, cintas decorativas, ramilletes de flores artificiales.
En cuanto a las tipologías de la
vestimenta femenina se debe destacar:
· Vestido a la Watteau. El nombre fue
puesto en honor a un pintor, discípulo de Rubens que solía retratar a mujeres
con este estilo de vestido, en diversas escenas de la vida parisina. El ánimo
de Watteau revela el espíritu de elegancia que dominaba el vestido en la época.
Este tipo de vestido era una prenda básica en el guardarropa de cualquier mujer
de la alta sociedad. Confeccionado en satén, era un vestido flotante, con
escote y la pieza del estomago adornado con cintas o moños. El rasgo principal
de esta prenda es una gran capa de volados que cae por la parte trasera y es
sostenida desde los hombros. Las mangas de este vestido se llaman pagoda porque
imitaban aquellas casitas chinas de varios techos, el paralelismo se lograba
con tres volados de encaje.
· Otra tipología característica
del periodo es el vestido a la francesa. Esta compleja creación llevaba cintura
encorsetada y falda con miriñaque. Disponía de un profundo escote en V o
cuadrado y se adornaba con encajes plisados. La amplia sobrefalda estaba
abierta en el delantero mostrando la bajo falda. Este vestido presentaba un
estilo cargado de superfluos adornos: bordados, plisados, encajes, cintas, etc.
· El vestido a la inglesa, muestra
el gusto prerrevolucionario por la moda de este país. Consta de una chaqueta
corta y con solapas amplias, una bajo falda remplaza al miriñaque y con un
pequeño almohadón se acentúa la parte trasera. El vestido es concebido con una
silueta entallada pero cómodamente ceñido al cuerpo con ballenas. La falda en
la parte trasera es mas larga formando una cola. El estilo se completaba con
una accesorio de inspiración masculina, una especie de fular adornado con
encaje.
· El vestido a la polonesa fue
denominado aquel que llevaba la falda drapeada para mostrar una enagua y los
tobillos, lo cual lo convertía en un vestido muy práctico para caminar al aire
libre.
Los bordados y estampados de la
época estaban muy dirigidos hacia temas de la naturaleza. Grandes rosas, ramajes,
lo pastoral era el tema de moda y por ende se usaba en todas las prendas de
vestir. Flores, pájaros, y se convirtió en arcos motivos dominantes en un
estilo que puso de relieve una especie de feminidad idealizada.
· Cuando Maria Antonieta se muda
la granja que había construido en el Petit Trianon comenzó a utilizar un nuevo
tipo de indumentaria. La simplicidad se impuso y el blanco se convirtió en el
color de moda, y los géneros utilizados predominantemente eran la muselina y el
algodón.
Con la llegada revolucionaria se
observa una simplificación de la moda, se suprimió el uso de la seda, el
terciopelo y el brocado y se libero a las mujeres de las prendas restrictivas: corsé,
miriñaque, pelucas latas, tacones, etc.. Todos los elementos considerados
superficiales y banales fueron eliminados. La austeriadad se impuso en el traje
femenino. La indumentaria femenina va a sufrir cambios drásticos en el periodo
siguiente como una tendencia a renovarse y dejar atrás la artificialidad y el
lujo desmedido
El traje del hombre sigue la
línea que se promovió en el último periodo del barroco. Se sigue usando la
casaca con chaleco y calzas. El cambio esta en la cantidad de bordado y adorno
que se le agrega a las prendas superiores. Confeccionadas a menudo en damasco, raso
o terciopelo, llevan delicados bordados que mostraban paisajes, flores animales
y botones de oro o plata.
La casaca empieza a tomar otras
formas dando lugar a nuevas piezas de sastrería como el redingote usada para
cabalgar y salir de caza. También se utilizan un estilo de casaca sin cuello, ceñido
a la altura de la cintura y que se abría en la parte trasera dejando ver un
forro que usualmente combinaba con el chaleco.
Un accesorio característico de la
época sobre todo en el etilo francés es la chorrera, una especie de fular de
encaje que se colocaba junto con la camisa.
Los zapatos siguen teniendo taco
y adornos en la punta como moños y rosetones.
El uso de peluca prolifera dando
lugar a distintos tipo de peluca según su uso forma de uso. El color mas común
para este accesorio es el blanco y a veces el gris.
Se completa el conjunto con un
sombrero tricornio y el bastón como un símbolo de elegancia y pereza del hombre
adinerado.
Este periodo tiene un final
abrupto con la revolución francesa en 1789.. Por otra parte el traje del hombre
seguirá una misma línea enriqueciéndose de tipologías de sastrería y prendas
del traje militar.