Indumentaria
revolucionaria y frivolidades radicales
En Francia (abocada a la
revolución) la moda se hizo más rígida, más sofisticada y formalista. En
Inglaterra, que se dirigía hacia un cambio social más ordenado y un desarrollo
industrial explosivo, la moda cambió su tendencia normal y los dictadores de la
moda se decidieron por el atuendo más práctico de las clases obreras. Mientras
los franceses lucían rígidos brocados, los ingleses adoptaron los tejidos de
lana y algodón. A raíz de la Revolución Francesa se produjeron dos cambios
radicales en la moda europea; así, la vestimenta se convirtió en objeto de
propaganda ideológica de la nueva era. En el hombre se volvieron a imponer los
pantalones después de 600 años; los revolucionarios adoptaron la vestimenta de
las clases bajas en lugar de las medias y los calzones usados por la nobleza. Este
traje revolucionario, que evolucionaría hasta llegar a ser el estilo ciudadano
durante el siglo XIX, se componía de una casaca llamada carmagnole, un pantalón
largo llamado sans-culotte, una escarapela tricolor, el gorro frigio y unos
zuecos. En la mujer hubo una vuelta consciente hacia lo que se consideraba el
estilo griego clásico. Desaparecieron durante un par de décadas los corsés, los
guardainfantes y las armaduras, que fueron sustituidos por tejidos ligeros de
aspecto natural, cinturas altas, brazos desnudos y corpiños cortos. Sin embargo,
a causa del caótico clima social que se vivía, aparecieron durante el periodo
del Directorio tendencias absolutamente radicales o frívolas, como es el caso
de los llamados incroyables, hombres que llevaban cuellos altísimos, grandes
solapas, corbatas muy anchas, chalecos de colores estridentes y calzones. La
exageración también estuvo presente en la moda femenina: las merveilleuses se
vestían con tejidos finísimos, casi transparentes. A pesar del miedo a la Revolución que existía
en otros países europeos, la moda francesa logró imponerse y afianzarse. Sedas,
encajes y brocados desaparecieron del atuendo masculino y, durante un tiempo, también
del femenino.
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