miércoles, 24 de agosto de 2022

EL URBANISMO RENACENTISTA

Plano de la ciudad de Sforzinda, de Filarete. Utopía urbanística del renacimiento. EL URBANISMO RENACENTISTA Lo que hemos llamado Renacimiento implica, como ya sabéis, una vuelta a los ideales y valores de la antigüedad Clásica, a la que se considera paradigma de la perfección y del buen hacer artístico. Estos valores son una novedad en el s. XV, pero no tanto, pues desde el s. XIV, el humanismo se fue abriendo camino, aunque sin relegar a Dios del centro indiscutible del Universo. La cultura antropocéntrica que se va difundiendo en esta época supone, entre otras cosas, desplazar a Dios a un segundo plano, sin desecharlo, pues no podemos olvidar que no se trata de recuperar el paganismo antiguo sino de reinterpretar el legado clásico desde una perspectiva cristiana y humanista. Es en este nuevo contexto donde el urbanismo, esa disciplina que trata de ordenar y entender el desarrollo de la ciudad desde criterios racionales, cobra interés. Las ciudades medievales habían sido organismos que se habían desarrollado sin un plan previo, de forma irregular y caótica. Los grandes hitos arquitectónicos, como los palacios o las catedrales, sobresalían en la trama urbana, pero no organizaban su desarrollo más allá de algunos espacios abiertos, las plazas, a cuyo alrededor se apiñaban las demás construcciones. Ahora asistiremos a un regreso, como en casi todo lo demás, a los ideales urbanísticos que habían inspirado los modelos greco-helenísticos (el plano hipodámico) y romanos (el castrum). Se vuelve, o se intenta, aplicar el racionalismo y su expresión geométrica en los nuevos modelos de ciudad que se crean o imaginan, pues apenas se construyen ciudades nuevas, se trata más bien de proyectos ideales, casi utópicos. El gran referente será el arquitecto romano Vitrubio, que postulaba que la ciudad debía ser octogonal para hacer frente a los 8 vientos dominantes. Siguiendo este esquema, los pensadores de la época diseñan sus ciudades ideales. La arquitectura, como veremos, sí se verá muy influida por la reinterpretación de los modelos clásicos, pero no tanto en el urbanismo, pues la peste negra del s. XIV, había casi vaciado las ciudades. El urbanismo renacentista no nace, pues, para dar respuesta a las necesidades de expansión de la ciudad, sino como una extensión de los ideales clasicistas que cimentan el Renacimiento como proceso o etapa histórica y cultural. Características generales del urbanismo renacentista: Regularidad: las ciudades tienden a formas que recuerdan la circunferencia (estrella, octógono o circunferencia) y sus calles o son ortogonales o tienden al radiocentrismo. Se intenta mantener la regularidad en la altura de los edificios. Preocupación defensiva: aparecen nuevas armas de artillería, las murallas deben ser más fuertes para resistir los ataques. Esteticismo: la belleza como elemento constructivo. En este campo se desarrollará una importante arquitectura paisajística que tratará de combinar e integrar construcciones y naturaleza. Higiene: las ciudades que se proyectan han de mejorar la salubridad urbana. Orden: cada cosa está en su sitio. Las leproserías y edificios que desprenden olores se sitúan en la zona por donde sale el aire de la ciudad. La ciudad se construye en octógono para refugiarse de los ocho vientos dominantes. Cada barrio se dedica a una cosa. Calles: alineaciones rectas, ortogonales. No son un mero lugar de tránsito, sino un lugar donde contemplar los edificios. El espacio urbano se concibe, en cierta forma, como escenografía para la contemplación de los bellos edificios que se levantan, respetando la perspectiva y facilitando su disfrute estético. Plazas: para reunión y contemplación de edificios. La plaza recuerda el antiguo foro o ágora; sigue siendo, en las ciudades, el espacio donde se concentra y se hace visible la vida ciudadana. Se construyen pocas ciudades, pero las que se hacen son por: Ø Razones militares: la más representativa es Palmanova, en Italia, con forma de estrella. Ø Razones religiosas: creadas por protestantes. Ø Accidentes naturales que tiran viejas ciudades: Sicilia. Dado el escaso número de nuevas ciudades, la mayoría de las obras son de acondicionamiento de partes de la ciudad: construcción de palacios, iglesias, etc., que conllevan la demolición de edificios antiguos. Las ideas renacentistas postulan calles rectilíneas y con una arquitectura uniforme, con grandes plazas y conjuntos monumentales. La ciudad renacentista, en consecuencia, sigue siendo la ciudad medieval, pero con pequeños cambios superficiales impulsados por las élites burguesas, eclesiásticas y aristocráticas. No obstante lo anterior, estos proyectos de ciudad ideal, como el citado de Sforzinda, ejercerán una gran influencia cuando en el s. XIX, en el marco de la expansión urbana que se da durante la Revolución Industrial, se desarrolle el urbanismo contemporáneo y éste deba atender a las nuevas necesidades de una población en crecimiento y de unas ciudades que desbordan sus límites históricos, generando nuevos problemas y exigiendo nuevas soluciones que, en algunos casos, toman como referencia los modelos renacentistas. Esta entrada aprovecha información del siguiente sitio: http://apuntesurbanismo.blogspot.com.es/
Palmanova

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