NEOPLASTICISMO Y ELEMENTARISMO
Pocas veces sucede que un
edificio de pequeñas dimensiones acabe incluido en la lista del Patrimonio
Mundial elaborada por la UNESCO. Se supone que para ello la obra ha de tener
unos valores trascendentales; que sea un verdadero icono representativo de las
formas constructivas de una determinada época. Todos esos requisitos los cumple
con creces esta pequeña vivienda, hoy convertida (claro está) en museo: la Casa
Schröder, levantada en 1924 por Gerrit Thomas Rietveld (1888-1964) en la ciudad
holandesa de Utrech. Desde el año 2000 la citada organización de la ONU a
incluido este edificio en su lista. No podía ser de otra manera.
Al visitante poco atento, esta
pequeña casa con sólo tres fachadas (pues está adosada por uno de sus lados a
otro edificio) podría pasarle desapercibida. Sin embargo, cualquier amante del
arte y de la arquitectura reconoce en ella, a primera vista, los valores del
movimiento moderno, conforme los interpretaba en Holanda el grupo De Stijl (El
Estilo) en el que por aquellos años participaba Rietveld. Unos valores basados
en el absoluto predominio de la línea recta, en la pureza de los volúmenes, en
la simplicidad de las formas y en entender como superfluos los elementos
decorativos, salvo el empleo de colores puros (sobre todo blanco y negro). En definitiva,
un racionalismo absolutamente formal que busca la reducción de costes y la
completa funcionalidad de la construcción. Los planteamientos artísticos del
grupo fueron sintetizados en diversos manifiestos suscritos por Theo van
Doesburg, Piet Mondrian y otros artistas. Alentaba en ellos la idea básica de
que "el fin de la naturaleza es el hombre y el fin del hombre es el
estilo", entendido éste como la aplicación de la razón de forma que el
edificio integre las diversas artes.
De todo ello da cumplida cuenta
esta pequeña casa cuya historia es, en sí misma interesante. Responde al deseo
de una mujer, Truus Schröder, que al enviudar y viéndose con tres hijos
solicitó a Rietveld la construcción de una nueva vivienda familiar más pequeña
de la que disponía hasta el momento, aportando ella misma algunas de las ideas
básicas del proyecto, sobre todo las relativas a la distribución interior de
los espacios. Interpretando los deseos de su cliente, el arquitecto construyó
un edificio en el que predominan el ladrillo revestido, el cristal y el acero y
que ha quedado como la más insigne muestra del neoplasticismo arquitectónico.
La casa Schröder cuenta con dos
plantas y podría describirse como un prisma de lados asimétricos, en el que se entrecruzan
planos horizontales y verticales. En la planta baja se localiza una serie de
dependencias comunes (cocina, comedor, aseo y estudio), mientras que la
superior presenta un esquema de planta libre y se reserva para los dormitorios,
separados no por tabiques, sino por paneles deslizantes. Rietveld diseñó
también muchos de los muebles de esta vivienda que se proyecta al exterior
mediante dos balcones y una amplia galería acristalada. De igual modo, el
arquitecto, siguiendo las reglas neoplasticistas, se preocupó de la pintura
interior y exterior, aplicando diversos colores en las distintas zonas y colocó
esas vigas de acero en rojo, azul y amarillo, que dan una acusada personalidad
a la casa y nos hacen recordar los cuadros estrictamente geométricos de
Mondrian.
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