UN EXPERIMENTO ARQUITECTÓNICO
En el año 1927 una asociación de
arquitectos alemanes llevó a cabo una acción completamente original. Sus
miembros estaban interesados en difundir las nuevas corrientes que desde
comienzos de siglo venían transformando lentamente la práctica constructiva, al
socaire de las novedades aportadas por la segunda revolución industrial (en
forma de nuevos materiales para la edificación) y de unas nuevas mentalidades y
concepciones estéticas.
La acción a la que nos referimos
consistió en realizar una exposición de las citadas novedades agrupándolas en
un conjunto de viviendas que fueron encargadas a 16 arquitectos europeos, bajo
la coordinación del alemán Mies van der Rohe. Y así fue cómo surgió la Colonia
Wissenhof en las proximidades de la ciudad de Sttutgart, aprovechando que su
ayuntamiento tenía registrada la existencia de un déficit de viviendas en el
municipio. Por ello, el consistorio no tuvo reparos en ceder provisionalmente a
la asociación un terreno de su propiedad en lo alto de una colina, financiando
además las edificaciones, con la única condición de que, concluida la
exposición seis meses después, las viviendas reverterían al municipio, que las
alquilaría a vecinos de la localidad.
De este modo, esa exposición de
seis meses, programada bajo el significativo título de "la vivienda",
posibilitó llevar a cabo un amplio experimento arquitectónico, traducido en la
construcción de 33 viviendas con un total de 63 apartamentos. Entre el grupo de
arquitectos participantes, en su mayoría jóvenes y progresistas, había
representadas cinco nacionalidades diferentes (Alemania, Austria, Francia,
Bélgica y Holanda), pero unidas en este caso por el común denominador de llevar
una profunda renovación a la arquitectura, tanto en el empleo de nuevas formas
como en el uso de materiales novedosos. Además de Mies van der Rohe, nombres
tan destacados como Walter Gropius (en aquellos momentos, director aún de la
Bauhaus), Le Corbusier, J. J. P. Oud o H. Scharoun formaron parte de ese
colectivo de autores en los cuales adivinamos ya las principales corrientes de
la arquitectura del Movimiento Moderno: el racionalismo, el funcionalismo o el
minimalismo.
De aquel amplio conjunto
urbanístico sólo se conservan intactas once edificaciones, ya que las restantes
quedaron destruidas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, como le
sucedió a la vivienda diseñada por Gropius. De las conservadas, el grupo más
amplio corresponde a las diseñadas por Mies van der Rohe, caracterizadas por
sus amplias ventanas, y las cinco casas adosadas de J. J. P. Oud, que recuerdan
vagamente a esas arquitecturas infantiles de madera con su combinación de
líneas rectas verticales y horizontales. Permanecen también la casa levantada
por H Scharoun, en la que podría llamarnos la atención el recurso a la línea
curva en determinadas soluciones, y las viviendas diseñadas por Le Corbusier
(hoy convertidas en museo del conjunto) en las que ya aparecen los elementos
que poco después formularía en sus famosos cinco puntos de la nueva
arquitectura.
En definitiva, en la Alemania de
la República de Weimar que se preparaba para asistir al progresivo ascenso del
partido nazi, unos jóvenes arquitectos llegados desde distintos puntos de
Europa dejaron evidenciadas las posibilidades de una arquitectura de vanguardia
en la que se empleaba abundantemente la línea recta; se utilizaban materiales
como el hormigón armado, el cristal, el acero y los elementos prefabricados y
se apostaba por la amplitud de espacios, las fachadas simples y las cubiertas
planas. Todo ello lo completaron además con novedosas propuestas de
equipamiento y mobiliario doméstico. Todavía hoy la construcción bebe, en gran
medida, de esas fuentes.
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